Ecos del enfrentamiento en los Balcanes

Hab�a otras soluciones posibles

�Acaso las negociaciones para evitar la intervenci�n militar de Kosovo agotaron todas las instancias diplom�ticas? La revelaci�n sobre exigencias extremas de �ltimo momento que se mantuvieron ocultas a la opini�n p�blica, parecen indicar que ciertas alternativas a la guerra no fueron debida o voluntariamente exploradas.

Durante el a�o precedente a los bombardeos, Kosovo era un lugar sumamente siniestro. Seg�n la Organizaci�n del Tratado del Atl�ntico Norte (OTAN), en la violenta lucha iniciada en febrero de 1998 por el Ej�rcito de Liberaci�n de Kosovo (UCK, que Estados Unidos denunci� como"terroristas"), que recibi� una respuesta brutal por parte de los serbios, se dio muerte a alrededor de 2000 personas, en su mayor�a albaneses. A principios del verano de 1998, el UCK hab�a asumido el control del 40% de la provincia, suscitando una brutal reacci�n de las fuerzas de seguridad y de los grupos paramilitares serbios, que atacaron a la poblaci�n civil. Seg�n Marc Weller, en ese entonces consejero jur�dico de la delegaci�n de los kosovares albaneses en la conferencia de Rambouillet (Francia), "en el espacio de algunos d�as despu�s del retiro de los observadores, el 20-3-99, el n�mero de personas desplazadas aument� nuevamente, hasta superar las 200.000", cifra que corresponde aproximadamente a la de los servicios de informaci�n estadounidenses 1.

Supongamos que los observadores no se hubieran retirado para preparar los bombardeos y que los esfuerzos diplom�ticos hubiesen continuado. �Eran posibles tales opciones? �Habr�an conducido a un resultado a�n peor, o quiz�s mejor? Nunca lo sabremos, ya que la OTAN descart� esa posibilidad. Pero al menos podemos analizar los hechos conocidos y ver qu� sugieren.

Los observadores de la Misi�n de Verificaci�n en Kosovo (MVK) de la Organizaci�n para la Seguridad y la Cooperaci�n en Europa (OSCE), �hubieran podido quedarse, en lo posible con sus filas reforzadas? Parecer�a que s�, especialmente a la luz de la inmediata condena de su retirada por parte de la Asamblea Nacional serbia. No se present� ning�n argumento que sugiriera que el aumento de las atrocidades registrado tras su retirada se habr�a producido igual aunque se hubiesen quedado; tampoco respecto a la enorme escalada de violencia, consecuencia prevista de la campa�a de bombardeos que se anunci� con el retiro de los observadores. Del mismo modo, la OTAN no hizo esfuerzo alguno para explorar otras v�as pac�ficas antes de iniciar los bombardeos: por ejemplo el embargo de petr�leo, n�cleo de toda pol�tica seria de sanciones, se encar� s�lo despu�s de los bombardeos.

V�as diplom�ticas

Sin embargo, la pregunta m�s importante concierne a las opciones diplom�ticas. En v�speras del bombardeo, hab�a dos propuestas sobre la mesa. Una era el acuerdo de Rambouillet, presentado como un ultim�tum a Serbia. La segunda era la posici�n formulada por Serbia en su "Proyecto revisado de acuerdo" del 15 de marzo y la resoluci�n de la Asamblea Nacional serbia del 23 de marzo 2. Una sincera preocupaci�n por proteger a los kosovares hubiera llevado a tener en cuenta otras opciones. Por ejemplo, la propuesta del presidente serbio de Yugoslavia, Dobra Cosic, que en 1992-93 planeaba la partici�n de Kosovo, permitiendo su separaci�n de Serbia, con excepci�n de "algunos enclaves serbios" 3. En ese momento, la Rep�blica de Kosovo de Ibrahim Rugova, que declar� su independencia y estableci� un gobierno paralelo, rechaz� la propuesta; pero podr�a haber servido como base para una negociaci�n, en circunstancias bien distintas, a principios del a�o 1999. Limit�monos, no obstante, a las dos posiciones oficiales de fines de marzo de 1999: el ultim�tum de Rambouillet y la resoluci�n serbia.

Es importante y revelador comprobar que, con pocas salvedades, el contenido esencial de esos dos documentos se mantuvo a resguardo de la opini�n p�blica; los medios disidentes, que llegan a poca gente, constituyeron la excepci�n. Aunque las agencias de prensa informaron de inmediato sobre la resoluci�n de la Asamblea Nacional serbia, �sta se mantuvo pr�cticamente en secreto. Las menciones de su mera existencia fueron escas�simas, por no hablar de su contenido. La resoluci�n condenaba el retiro de los observadores de la OSCE y solicitaba a �sta y a la ONU que facilitaran una soluci�n diplom�tica por v�a de negociaciones, "con vistas a lograr un acuerdo pol�tico sobre una autonom�a real (para Kosovo), que garantice la igualdad total de todos los ciudadanos y de todas las comunidades �tnicas y respete la soberan�a y la integridad territorial de la Rep�blica de Serbia y la Rep�blica Federal de Yugoslavia". La resoluci�n alud�a a la posibilidad de una "presencia internacional", cuya "envergadura y car�cter" quedaban por determinar, para velar por la aplicaci�n del "acuerdo pol�tico sobre la autonom�a establecido y aceptado por los representantes de todas las comunidades nacionales que viven (en Kosovo)". El acuerdo de la RFY "para discutir acerca de la envergadura y el car�cter de la presencia internacional (en Kosovo) encargada de aplicar el acuerdo que se aceptar�a en Rambouillet" se comunic� formalmente a los negociadores el 23 de febrero y la RFY lo dio a conocer p�blicamente ese mismo d�a, durante una conferencia de prensa 4. No podemos saber si esas propuestas ten�an alguna solidez, en la medida en que no fueron tomadas en consideraci�n y permanecen ignoradas.

Llama a�n m�s la atenci�n que tambi�n el ultim�tum de Rambouillet, universalmente presentado como "la" propuesta de paz, se haya mantenido oculto a la opini�n p�blica, en particular las disposiciones que, seg�n parece, se introdujeron a �ltimo momento durante las negociaciones de marzo en Par�s, despu�s de que Serbia expresara su acuerdo con las principales propuestas pol�ticas, mientras que las nuevas disposiciones hac�an pr�cticamente inevitable la negativa de Serbia. Resultan particularmente importantes las disposiciones de los anexos acerca de la puesta en marcha de los acuerdos, que otorgan a la OTAN el derecho de "tr�nsito libre e irrestricto y un acceso sin trabas a toda la Rep�blica Federal de Yugoslavia, incluido el espacio a�reo y las aguas territoriales asociadas", sin l�mites ni obligaciones, y sin ninguna consideraci�n por las leyes de los pa�ses o las competencias de sus autoridades que no obstante deber�n seguir las �rdenes de la OTAN "en forma prioritaria y con todos los medios apropiados" (Anexo B).

�La paz a toda costa?

Seg�n Robert Fisk, el anexo no se comunic� a los periodistas que cubrieron las negociaciones de Rambouillet y de Par�s. "Los serbios lo denunciaron durante una conferencia de prensa en Par�s, reuni�n que atrajo a pocos participantes, en la embajada de Yugoslavia a las 11 de la noche del 18 de marzo." Los disidentes serbios que participaron en las negociaciones afirman que las condiciones les fueron comunicadas el �ltimo d�a de las conversaciones y que los rusos desconoc�an su existencia. Las disposiciones fueron comunicadas a la C�mara de los Comunes brit�nica reci�n el 1� de abril, primer d�a de las vacaciones parlamentarias y una semana despu�s del inicio de los bombardeos 5.

Durante las negociaciones que se iniciaron luego de los bombardeos, la OTAN abandon� por completo esas reivindicaciones, as� como otras a las que Serbia se hab�a opuesto. No se las menciona en el acuerdo final de paz. Con toda l�gica, Fisk pregunta: "�Cu�l era el objetivo real de la exigencia de �ltimo momento de la OTAN? �Era un caballo de Troya? �Apuntaba a salvar la paz? �O a sabotearla?" Cualquiera sea la respuesta, si los negociadores de la OTAN se hubiesen preocupado por la suerte de los kosovares albaneses, habr�an buscado determinar cu�les podr�an ser las posibilidades de �xito de la diplomacia si se abandonaban las exigencias m�s irritativas, visiblemente irrelevantes; si la misi�n de los observadores era fortalecida en lugar de darse por terminada; y si se esgrim�a la amenaza de sanciones serias.

Confrontados a tales preguntas, los responsables de las delegaciones estadounidense y brit�nica en las negociaciones afirmaron que estaban dispuestos a dejar de lado las exigencias m�s exhorbitantes, luego abandonadas, pero que los serbios se hab�an negado. Esta afirmaci�n es dif�cil de creer. Ten�an todas las razones del mundo para dar a conocer de inmediato estos hechos. Es interesante advertir que nadie les pidi� que rindieran cuentas por tan asombroso desempe�o.

Algunos partidarios notorios de los bombardeos hicieron afirmaciones similares. Un importante ejemplo es el comentario de Marc Weller sobre la conferencia de Rambouillet 6. Weller ridiculiza los "extravagantes alegatos" a prop�sito de los anexos de puesta en marcha del acuerdo que, seg�n �l, "fueron publicados al mismo tiempo que el acuerdo", en referencia al proyecto de acuerdo del 23 de febrero. Sin embargo, ni dice d�nde fueron publicados ni explica por qu� los periodistas que cubrieron las negociaciones de Rambouillet y de Par�s desconoc�an su existencia; como tampoco la conoc�a, seg�n parece, el parlamento brit�nico. El "famoso anexo B", escribe Weller, "fijaba las condiciones normales de un acuerdo sobre el estatuto de fuerza armada para la KFOR, (fuerza de ocupaci�n de la OTAN, en proyecto en ese entonces)". No explica por qu� la OTAN abandon� esta reivindicaci�n despu�s del inicio de los bombardeos, siendo seg�n toda evidencia innecesaria para las fuerzas que ingresaron a Kosovo en junio, bajo las �rdenes de la OTAN, ya que por ser �stas mucho m�s numerosas de lo previsto en Rambouillet, deber�an depender a�n m�s de un acuerdo as� sobre su estatuto de fuerza armada. Tampoco explica la respuesta del 15 de marzo por parte de la RFY al proyecto de acuerdo del 23 de febrero.

La respuesta de Yugoslavia discute el texto en detalle, secci�n por secci�n, proponiendo importantes cambios y recortes, pero no hace ninguna menci�n a los anexos; medidas de puesta en marcha del acuerdo que, como lo subraya Weller, eran de lejos la parte m�s importante del documento y objeto de las negociaciones en curso en ese momento en Par�s. No se puede sino experimentar un cierto escepticismo ante la lectura de ese informe, incluso haciendo a un lado la actitud desaprensiva del autor, relevada ya como una evidente parcialidad, en lo tocante a hechos cruciales. Por lo pronto, esas cuestiones tan esenciales siguen sumidas en la oscuridad.

Pese a los esfuerzos oficiales desplegados para impedir la toma de conciencia de la opini�n p�blica acerca de lo que estaba sucediendo, los documentos estaban de hecho a disposici�n de todo �rgano de prensa deseoso de profundizar la cuesti�n. En Estados Unidos, la exigencia extrema (e in�til) de una ocupaci�n de hecho de la RFY por parte de la Alianza Atl�ntica se mencion� por primera vez en una conferencia de prensa de la OTAN, el 26-4-99, cuando se plante� una pregunta sobre este tema, que r�pidamente fue dejada atr�s y abandonada. Los hechos se informaron a partir del momento en que la Alianza retir� formalmente las exigencias, perdiendo por tanto toda pertinencia en t�rminos de opci�n democr�tica. Inmediatamente despu�s del anuncio del acuerdo de paz del 3 de junio, la prensa cit� los pasajes clave "a tomar o dejar" del ultim�tum de Rambouillet, se�alando la exigencia de que "se autorice a una fuerza integrada exclusivamente por tropas de la OTAN a ir adonde quiera dentro de Yugoslavia, con una total inmunidad legal" y que "las tropas dirigidas por la OTAN gocen de un libre acceso a todo el territorio de Yugoslavia, y no s�lo de Kosovo" 7.

Las negociaciones prosiguieron durante los 78 d�as de bombardeos, con concesiones de ambos bandos, descritas en Estados Unidos ya como supercher�as serbias, ya como una capitulaci�n bajo las bombas. El acuerdo de paz del 3 de junio fue un compromiso entre las dos posiciones existentes a fines de marzo. La OTAN abandon� sus exigencias m�s extremas, incluidas aquellas que aparentemente minaron las negociaciones a �ltimo momento, as� como una f�rmula que se interpret� como la previsi�n de un refer�ndum sobre la independencia de Kosovo. Serbia acept� una "presencia internacional de seguridad, con una participaci�n sustancial de la OTAN", �nica menci�n a la Alianza en el acuerdo de paz as� como en la resoluci�n 1.244 del Consejo de Seguridad que lo ratific�.

La OTAN no ten�a ninguna intenci�n de respetar el documento que acababa de firmar y empez� inmediatamente a transgredirlo, procediendo a la ocupaci�n militar de Kosovo bajo su mando. Cuando Serbia y Rusia insistieron para que los t�rminos de los acuerdos formales fuesen respetados, fueron acusadas de falsedad, y se reiniciaron los bombardeos para forzarlas a ceder. El 7 de junio, los aviones de la OTAN bombardearon otra vez las refiner�as de petr�leo de Novi Sad y Pancevo, dos centros de oposici�n a Milosevic. La refiner�a de Pancevo se incendi�, desprendiendo una nube gigantesca de humo t�xico cuya fotograf�a acompa�� un art�culo del New York Times del 14 de julio, en el que se debat�an los graves efectos para la econom�a y la salud p�blica. Al bombardeo en s� mismo no se alud�a, aunque las agencias de informaci�n lo cubrieron 8.

Se sostuvo que, si hubiese sido posible cerrarlo en marzo, Milosevic habr�a intentado sustraerse a los t�rminos de un acuerdo. El balance de los acontecimientos corrobora esta conclusi�n, la misma que puede extraerse con respecto a la OTAN, y vale decir que no s�lo en este caso: el desmantelamiento por la fuerza de los acuerdos formales es una norma por parte de las grandes potencias 9. Como se reconoce tard�amente hoy, el balance sugiere tambi�n que "habr�a sido posible (en marzo) inaugurar una serie de negociaciones -y no el desastroso diktat estadounidense presentado a Milosevic en la conferencia de Rambouillet- y enviar un amplio contingente de observadores del exterior capaces de proteger tanto a los civiles albaneses como a los civiles serbios" 10.

Al menos eso parece claro. La OTAN decidi� rechazar las opciones diplom�ticas que no estaban agotadas, y lanzar una campa�a militar que tuvo consecuencias terribles para los albaneses de Kosovo, tal y como estaba previsto.Fin de art�culo

  1. Marc Weller, "The Rambouillet Conference", International Affairs, Londres, abril de 1999.
  2. A prop�sito del primer texto, ver Marc Weller (bajo la direcci�n de), International Documents & Analysis, vol. 1, The Crisis in Kosovo 1989-1999, Cambridge University Press, Cambridge, 1999. Para el segundo, ver The New Military Humanism: lesson from Kosovo, Common Courage Press, Monroe ME, 1999 (comentario en Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur N� 7, diciembre de 1999).
  3. Miranda Vickers, Between Serb and Albanian: A History of Kosovo. Columbia, 1998.
  4. Ver los desarrollos en el libro The New Military Humanism, para los detalles; International Documents; M. Littman, Kosovo: Law and Diplomacy, Centre for Policy Studies, Londres, noviembre de 1999.
  5. Robert Fisk, The Independent, Londres, 26-11-99; Littman, op.cit. Ver tambi�n Robert Fisk, "Los periodistas y medios internacionales en Kosovo", Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur N� 2, agosto de 1999.
  6. Marc Weller, International Documents. Como ya se mencion�, los comentarios son una defensa apenas velada de los bombardeos.
  7. Steven Erlanger, New York Times, Nueva York, 5-6-99; Blaine Harden, ibid., referencia indirecta; Guy Dinmore, Financial Times, Londres, 6-6-99. Ver The New Military Humanism para m�s detalles.
  8. Despachos de agencias, 7/8-6-99; Chris Hedges, New York Times, Nueva York, 14-7-99. V�r tambi�n Los Angeles Times, Los Angeles, 6-7-99.
  9. Sobre el balance reciente de Estados Unidos en la materia, ver The New Military Humanism, op. cit., y las fuentes citadas.
  10. Editorial, Boston Globe, 9-12-99.

Profesor en el Massachussets Institute of Technology (MIT). Este texto es un extracto del postfacio de su libro The New Military Humanism: lesson from Kosovo, Common Courage Press, Monroe ME, 1999. 

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